miércoles, 1 de junio de 2011

La revolución se hace caminando…


Por José María Pumarino@jmpumarino


Por más que tratemos de resistirnos, la constante de la vida es el cambio, es una ley natural, inquebrantable e indispensable para la sobrevivencia ...
... y aplica en todos los niveles, tanto naturales como sociales.


Por esto mismo, cuando alguien o algo obstaculizan el ritmo natural de este proceso evolutivo, surgen las revoluciones. Aunque logres detener, momentáneamente, el cauce de un río, tarde o temprano la naturaleza se abre paso y, muchas veces, de manera violenta, debido a la presión acumulada.


Espoleado por este principio, hoy en día, el mundo entero está inmerso en una insurrección global por destrabar el derrotero correcto de nuestra evolución como sociedad, siendo el eje rector de esta inercia la participación activa de la ciudadanía.


Nuestra Nación no es ajena a este fenómeno, sin duda alguna, el país entero está viviendo su propio proceso, mismo que se acelerará a la medida que cada uno de nosotros nos vayamos volviendo más conscientes, exigentes, organizados y proactivos.


Quejarnos no soluciona nada, ni siquiera votar a favor del candidato que prefieras (o del menos peor) es suficiente, ya es necesario inmiscuirse, responsabilizarse tanto de los efectos de nuestras decisiones como de las causas de nuestras omisiones.


Y es que por más que le mentemos la madre a la piedra que obstaculiza nuestro camino, ésta no se va a mover solita, aunque las mentadas sean multitudinarias y repetitivas. Si nos estorba para avanzar, tenemos que hacer el esfuerzo, el trabajo, tenemos que inyectarle acción a la necesidad y quitarla nosotros.


Esto no significa que tengamos que hacer manifestaciones y marchas diarias ni que nos tengamos que levantar en armas para teñir de sangre (más de lo que ya lo está) nuestra tierra, la solución es muy concreta, lógica y sencilla, tanto, que su aplicación es exageradamente complicada.


De que necesitamos una sedición, la necesitamos, y la necesitamos ya, pero tiene que ser un acto de construcción no de destrucción, tiene que ser un movimiento en sinergia con nuestro proceso, no un simple manifiesto de nuestra desesperación.


Las revoluciones deben de ser un movimiento hacia adelante, que no detenga nuestro propio progreso. Y la mejor, la más efectiva de todas, es la que nadie se ha atrevido a realizar, porque conlleva una dosis muy importante de compromiso y, sobre todo, de trabajo, ya que consiste en… hacer todos los días todo lo que se tiene que hacer en todos los sentidos.


Sabiduría para saber lo que es correcto y valor para hacerlo. No es necesario mayor líder que nuestra conciencia, que nuestro sentido común, que nuestro coraje y nuestra decisión. No necesitamos posicionar a nadie, necesitamos actuar todos.


La revolución se hace caminando, pues es el camino mismo el que hace la revolución.

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