Por Héctor Rojas
El camino de Veracruz a Cd. Cardel fue de lo más normal, a excepción del calor que hacia afuera, producto de un sol que caía a plomo y que en el tablero de controles del auto marcaba 42 grados de temperatura, podemos decir que veníamos tranquilos, relajados por la buena reunión que habíamos tenido a las 12 del día en Veracruz, veníamos pues, contentos.
Nuestra cita era a las 5 de la tarde en Xalapa y el reloj marcaba las 2:30, “podemos llegar a ver el 2º. Tiempo del Barsa contra el Real” dijo mi socio Irineo, quien viajaba en el asiento del copiloto. “Ya está” contesto Víctor Hugo, quien manejaba su Audi A4 impecable como siempre, recién lo había sacado del autolavado que está a un costado de nuestras oficinas.
Un servidor en el asiento trasero, sólo venía repasando algunos conceptos de la presentación que teníamos unas horas después. Pasando Cd. Cardel, solo 3 o 4 kilómetros adelante en una gran recta, se nos empareja un Mercedes Benz gris, modelo reciente y solo alcanzamos a ver saliendo de las ventanillas una arma corta y otra larga, son 2 tipos con pasamontañas amagándonos, al mismo tiempo que el Mercedes se nos va cerrando y sacándonos del camino. Mi socio Irineo, desde el asiento del copiloto solo alcanza a expresar un “SSSSSSS” al mismo tiempo que digo “Tranquilos, tranquilos, solo vienen por el coche” en un instante los autos se detienen, el Mercedes incluso con medio cuerpo dentro del carril de baja velocidad y nuestro Audi ya fuera del camino, de inmediato y casi antes del alto total se abren las puertas del Mercedes y bajan 3 sujetos, sólo queda uno al volante.
Los tipos saben su trabajo y nos encañonan de inmediato a cada uno al grito de “bájense o se los lleva la chingada” y por supuesto los 3 nos bajamos sin protestar, incluso un servidor muestra al tipo que me amagaba las manos a media altura, señal de rendición. Pude ver por un instante en sus ojos el nerviosismo del momento, lo que aun me hizo temer más que pudiera “jalarle” en cualquier instante.
Ya bajo el auto, solo atinamos a caminar hacia la maleza que está a un costado del camino, pero al no sentir a mi lado la presencia de Víctor, quien venía manejando intento voltear a lo que me gritan los asaltantes “Voltéate hijo de la chingada o te mueres” por lo que obedecí al instante.
Víctor, con algo de sangre fría, le pidió al que lo encañonaba con algo parecido una R-15 (no sabemos mucho de armas nosotros) que le permitiera bajar nuestros sacos, que venían en el asiento trasero y que un servidor no reparo en bajar y de forma increíble se lo permitieron, bajo los 3 sacos y las 2 carpetas de la presentación e incluso 1 laptop que venía sin funda.
No nos quitaron relojes, carteras o celulares, venían por el auto y se salieron con la suya. El sonido del arrancón de los 2 autos marco el final de la escena. Nos quedamos al rayo del sol, en un costado del camino en un estado de shock que no se le desea a nadie, 50 segundos antes estábamos disfrutando del viaje dentro del sabroso aire acondicionado del Audi. Intentamos recuperarnos del susto y procedimos a reportar a teléfonos de emergencias y demás diligencias qué hay que hacer en estos casos, Ministerio Púbico, aseguradora, etc.
Esto pasa en casi todo el país, ayer me paso a mí y a mis socios, afortunados fuimos y gracias a Dios se nos respeto la vida, pero no siempre es así. Cuándo acabara esta zozobra? Exijamos a nuestras autoridades de todos los niveles una profesionalización de verdad de las instituciones policiacas y de procuración de justicia, el nivel de impunidad sigue al alza y es el motor del crimen, un crimen desbordado y globalizado.
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